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“…¿Sabe cuál es la verdadera pregunta para un pensador? La verdadera pregunta es: ¿Cuánta verdad puede tolerar?”
El día que Nietzsche lloró | IRVIN D. YALOM
¡Hola a todos, bienvenidos!
Había una vez un hombre que estaba preso y se sorprendía de ver a su compañero de celda siempre sonriente y contento.
Un día le preguntó:
-¿Cómo es que a pesar de estar aquí encerrado, siempre te veo contento y satisfecho?
Su compañero de celda le contestó:
-Pues mira, cada mañana cuando me despierto, me hago la siguiente pregunta a mi mismo. ¿Qué escojo hoy, alegría o tristeza? Y siempre escojo alegría.
¡NO LO DUDEN!
Está comprobado que el optimismo augura en todas las personas: mejor salud física, vida más larga, mejores relaciones interpersonales, mejor salud mental y MEJORES LÍDERES.
Recuerden que:
Nuestros pensamientos determinan lo que sentimos y lo que hacemos.
El día de hoy, vamos a hacer una comparación entre los características de las personas optimistas y las pesimistas.
La primera categoría de variables tiene que ver con el aspecto cognitivo, es decir NUESTRAS PERCEPCIONES.
Los optimistas son mejores para identificar problemas. Y lo más importante es que una vez que saben cuál es el problema pueden hacer un cambio al respecto.
Otra variable cognitiva es que los optimistas tienen mayor posibilidad de ver una situación como un reto, no como una amenaza.
Y siguiendo, los optimistas pueden identificar lo que pueden controlar o influenciar.
Mientras que los pesimistas se enfocan más en que no se puede hacer nada y solo se quejan de eso. El optimista se enfoca en las partes que sí puede cambiar y acepta las partes que no puede cambiar.
Piensa acerca de lo que eso significa para la energía propia.
Imaginense que se van de vacaciones a una casa de campo hermosa frente a un lago azul y cuando llegan intentan abrir con la llave que les dieron en la agencia donde contrataron, pero por error, no corresponde a la cerradura de la entrada principal y no abre. Entonces llaman por teléfono y les confirman que efectivamente hay un error y que una persona va en camino a darles la llave correcta pero, va a tardar 5 horas en llegar.
Ahora piensen en lo absurdo que sería, sabiendo que no es la llave correcta, intentar estar esas 5 horas tratando de ver si abre la puerta. Piensen en toda la energía desperdiciada intentando cambiar algo que no se puede cambiar.
Si mi energía se enfoca en cambiar lo que NO SE PUEDE CAMBIAR, o en lamentos, quejas o peleas, eso va a drenar mi energía.
Otro aspecto diferente entre ellos es de COMPORTAMIENTO.
Los optimistas tienden a ser más orientados en su método de caminar hacia el problema. Se les ocurren estrategias que pueden afectar el cambio. Mientras que el pesimista tiende a evitar el problema, a retirarse.
Un optimista es más proclive a pedir ayuda y a recibir soporte. Y sobre todo a tomar acción, comparados con quienes son más pesimistas y prefieren no pedir ayuda.
Los optimistas usan el humor como forma de adaptación.
Así que si ustedes están identificando problemas, viendo retos, enfocándose en lo que sí pueden controlar, tomando acción, pidiendo ayuda, usando el humor, les puedo decir que están del lado correcto de la ecuación, MUCHAS FELICIDADES.
Pero y si no ¿cómo podemos incrementar nuestro optimismo?
El secreto está en un principio muy simple del que ya hemos hablado y que es la base de la terapia cognitiva.
El modelo fue desarrollado por Albert Ellis, uno de los psicoterapeutas más influyentes de la historia.
Es conocido como el modelo ABC, donde la A significa acontecimiento activador, la B corresponde a beliefs, las creencias, lo que uno se dice a sí mismo acerca de la situación. Y la C significa consecuencias, o sea, las emociones y reacciones.
Lo que nos enseñó Albert Ellis es que no son los eventos los que determinan lo que sentimos y lo que hacemos. Es lo que nos decimos a nosotros mismos, nuestras creencias, nuestros pensamientos sobre la situación, lo que tiene impacto sobre nuestros sentimientos, sobre lo que hacemos e incluso sobre nuestra fisiología.
Lo importante es que no siempre podemos controlar lo que nos sucede, pero sí podemos tener mayor control sobre nuestras interpretaciones y nuestros pensamientos.
LAS 5 TRAMPAS DEL PENSAMIENTO PESIMISTA
La lectura de la mente, se refiere a asumir que sabemos lo que la otras personas están pensando o esperar que las otras personas sepan lo que estamos pensando. Con frecuencia asumimos además que esos pensamientos tienen una connotación negativa de nosotros. El efecto final de esta trampa es que produce bloqueos en la comunicación y propicia malentendidos.
Yo soy el centro del mundo, pensamos que somos la única causa de todo, especialmente los contratiempos y problemas son 100% nuestra responsabilidad. ES LA TRAMPA DONDE TODO SE TRATA DE MÍ. En general, al experimentar esta trampa sentimos mucha culpa y tristeza.
La culpa es de ellos, es totalmente lo contrario a la anterior, pensamos que lo que sucede es 100% responsabilidad de los demás, culpamos a los demás, a las circunstancias, a cualquier cosa por los problemas que estamos enfrentando. Esta trampa conduce a mucha ira y agresión.
El fin del mundo, una visión catastrófica de cada evento adverso que se nos presenta. Damos vueltas y vueltas pensando en resultados finales irracionales de una situación. Se produce una reacción en cadena de eventos y cosas peores que sucederán. Esta trampa del pensamiento produce ansiedad y estrés, además puede tener manifestaciones físicas negativas como dolores de cabeza, problemas digestivos, sudoraciones, etcétera.
Impotencia global, esta trampa del pensamiento nos hace creer que ante un evento negativo, sea lo que sea, va a impactar todas las áreas de nuestra vida y no tenemos ningún control sobre ello. Es la trampa que nos hace pensar que las cosas malas están aquí para quedarse y no hay nada que hacer al respecto. Nos genera impotencia, drena a cero nuestros niveles de energía y conduce a la desmotivación, a la renuncia y a la pasividad.
Para llevar:
Nuestros pensamientos determinan lo que sentimos y lo que hacemos.
Los optimistas ante un problema, ven la situación como un reto, no como una amenaza. Identifican lo que pueden controlar o influenciar, se enfocan en las partes que sí puede cambiar y aceptan las partes que no puede cambiar.
Lo importante es que no siempre podemos controlar lo que nos sucede, pero sí podemos tener mayor control sobre nuestras interpretaciones y nuestros pensamientos.
Tarea:
Durante esta semana, identifica al menos una situación de cada una de las trampas del pensamiento en tu forma de pensar en tu trabajo, con tu familia o en tu día a día. ¿Cuál se presenta con más frecuencia? ¿Cuál te produce más conflicto? Una vez que tengas identificada cuál es, empieza a revertirla con un enfoque positivo en cada situación.
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