La conquista de la felicidad
Apuntes y recetas, desde la experiencia y observación de Lord Bertrand Russell.
Photo by Denise Jones
“El árbol es árbol, y es feliz”
Juan Pablo Jáuregui B.
¡Hola a todos, bienvenidos!
Bertrand Arthur William Russell fue un filósofo, matemático y escritor británico ganador del premio nobel de literatura en 1950.
Nieto de condes y barones, quedó huérfano a los seis años. Contrajo matrimonio cuatro veces, tuvo tres hijos y murió a los 97 años.
Es uno de los filósofos más influyentes del siglo XX de los países de habla inglesa.
Para Russell, la felicidad es una conquista, no un regalo divino, y por lo tanto, tenemos que esforzarnos por alcanzarla.
En 1930 publicó su ensayo “The Conquest of Happiness”. La obra se divide en dos partes: «Causas de la infelicidad» y «Causas de la felicidad».
¿Qué vuelve infeliz a la gente?
<<Los animales son felices mientras tengan salud y suficiente comida. Los seres humanos, piensa uno, deberían serlo, pero en el mundo moderno no lo son, al menos en la gran mayoría de los casos.
Las causas de estos diversos tipos de infelicidad se encuentran en parte en el sistema social y en parte en la psicología individual (que, por supuesto, es en gran medida consecuencia del sistema social).
Mi intención es sugerir una cura para la infelicidad cotidiana normal que padecen casi todas las personas en los países civilizados, y que resulta aún más insoportable porque, no teniendo una causa externa obvia, parece ineludible. Creo que esta infelicidad se debe en muy gran medida a conceptos del mundo erróneos, a éticas erróneas, a hábitos de vida erróneos, que conducen a la destrucción de ese entusiasmo natural, ese apetito de cosas posibles del que depende toda felicidad, tanto la de las personas como la de los animales.>>
A continuación presento algunas ideas tomadas de los apuntes de Bertrand Russell que son aplicables a nuestros días en la conquista de la felicidad.
Lo que se debe de obtener del dinero es: tiempo libre y seguridad.
“Pero lo que quiere obtener el típico hombre moderno es más dinero, con vistas a la ostentación, el esplendor y el eclipsamiento de los que hasta ahora han sido sus iguales.”
La raíz del problema está en la excesiva importancia que se da al éxito competitivo como principal fuente de felicidad.
El remedio consiste en reconocer la importancia del disfrute sano y tranquilo en un ideal de vida equilibrado.
Para llevar una vida feliz es imprescindible cierta capacidad de aguantar el aburrimiento.
“En general, se comprobará que la vida tranquila es una característica de los grandes hombres, y que sus placeres no fueron del tipo que parecería excitante a ojos ajenos.”
Una vida feliz tiene que ser, en gran medida, una vida tranquila, pues solo en un ambiente tranquilo puede vivir la auténtica alegría.
El sabio solo piensa en sus problemas cuando tiene algún sentido hacerlo; el resto del tiempo piensa en otras cosas o, si es de noche, no piensa en nada.
“Es asombroso cuánto pueden aumentar la felicidad y la eficiencia cultivando una mente ordenada, que piense en las cosas adecuadamente en el momento adecuado, y no inadecuadamente a todas horas.”
Cuando hay que tomar una decisión difícil o preocupante, en cuanto se tengan todos los datos disponibles, hay que pensar en la cuestión de la mejor manera posible y tomar la decisión; una vez tomada la decisión, no hay que revisarla a menos que llegue a nuestro conocimiento algún dato nuevo. No hay nada tan agotador como la indecisión, ni nada tan estéril.
Todas las variedades de miedo empeoran si no se les hace frente.
“El mejor procedimiento con cualquier tipo de miedo consiste en pensar en el asunto racionalmente y con calma, pero con gran concentración, hasta familiarizarse por completo con él.”
Lo que hacemos no es tan importante como tendemos a suponer; nuestros éxitos y fracasos, a fin de cuentas, no importan gran cosa.
“Cuando se sienta usted inclinado a preocuparse por algo, sea lo que fuere, lo mejor es siempre pensar en ello aún más de lo que haría normalmente, hasta que por fin pierda su morbosa fascinación.”
Quien desee aumentar la felicidad humana debe procurar aumentar la admiración y reducir la envidia.
“Podemos librarnos de la envidia disfrutando de los placeres que salen a nuestro paso, haciendo el trabajo que uno tiene que hacer y evitando las comparaciones con los que suponemos, quizá muy equivocadamente, que tienen mejor suerte que uno.”
La felicidad que requiere intoxicación, sea del tipo que sea, es espuria y no satisface.
“La felicidad auténticamente satisfactoria va acompañada del pleno ejercicio de nuestras facultades y de la plena comprensión del mundo en que vivimos.”
Uno debe ser natural y seguir sus inclinaciones espontáneas, siempre que no sean claramente antisociales.
“Mientras el miedo a la opinión pública siga teniendo fuerza, será difícil lograr nada verdaderamente importante, y será imposible adquirir esa libertad de espíritu en que consiste la verdadera felicidad, porque para ser feliz es imprescindible que nuestro modo de vida se base en nuestros propios impulsos íntimos y no en los gustos y deseos accidentales de los vecinos que nos ha deparado el azar, e incluso de nuestros familiares.”
El placer de lograr algo requiere que haya dificultades que al principio hagan dudar del triunfo, aunque al final casi siempre se consiga.
“Ésta es, tal vez, la principal razón de que una confianza no excesiva en nuestras propias facultades sea una fuente de felicidad. Por tanto, lo más prudente es no ser excesivamente engreído, pero tampoco demasiado modesto para ser emprendedor.”
El entusiasmo es el secreto de la felicidad y del bienestar.
“Quien tiene entusiasmo por la vida tiene ventaja sobre los demás. Incluso las experiencias desagradables le resultan útiles”.
Los que se enfrentan a la vida con sensación de seguridad son mucho más felices que los que la afrontan con sensación de inseguridad, siempre que esa sensación de seguridad no los conduzca al desastre.
“Pero la confianza general en uno mismo es consecuencia, sobre todo, de estar acostumbrado a recibir todo el afecto que uno necesita. Recibir cariño no basta; el cariño que se recibe debe liberar el cariño que hay que dar, y solo cuando ambos existen en igual medida se hacen realidad sus mejores posibilidades.”
Entre todas las formas de cautela, la cautela en el amor es, posiblemente, la más letal para la auténtica felicidad.
El placer del trabajo está al alcance de cualquiera que pueda desarrollar una habilidad especializada, siempre que obtenga satisfacción del ejercicio de su habilidad sin exigir el aplauso del mundo entero.
“Creo que si el trabajo no es excesivo, para la mayor parte de la gente hasta la tarea más aburrida es mejor que no hacer nada. Casi todos los ricos ociosos padecen un aburrimiento insoportable; por eso, los ricos más inteligentes trabajan casi tan duro como si fueran pobres.”
La persistencia en los propósitos es uno de los ingredientes más importantes de la felicidad a largo plazo, y para la mayoría de los hombres esto se consigue principalmente en el trabajo.
Sin respeto de uno mismo, la felicidad es prácticamente imposible. Y la persona que se avergüenza de su trabajo difícilmente podrá respetarse a sí mismo.
“Todo trabajo que exija habilidad puede proporcionar placer, siempre que la habilidad requerida sea variable o se pueda perfeccionar indefinidamente. Creo que si uno tiene posibilidades de hacer un trabajo que satisfaga sus impulsos constructivos sin pasar demasiada hambre, hará bien, desde el punto de vista de su felicidad, en elegir este trabajo antes que otro mucho mejor pagado pero que no le parezca digno de hacerse.”
Hay ciertas cosas que son indispensables para la felicidad de la mayoría de las personas, pero se trata de cosas simples: comida y cobijo, salud, amor, un trabajo satisfactorio y el respeto de los allegados. Para algunas personas también es imprescindible tener hijos.
“Cuando faltan estas cosas, solo las personas excepcionales pueden alcanzar la felicidad; pero si se tienen o se pueden obtener mediante un esfuerzo bien dirigido, el que sigue siendo desgraciado es porque padece algún desajuste psicológico que, si es muy grave, puede requerir los servicios de un psiquiatra, pero que en los casos normales puede curárselo el propio paciente, con tal de que aborde la cuestión de la manera correcta.”
<<Casi nadie es capaz de ser feliz en una cárcel, y las pasiones que nos encierran en nosotros mismos constituyen uno de los peores tipos de cárcel. Las más comunes de estas pasiones son el miedo, la envidia, el sentimiento de pecado, la auto-compasión y la auto-admiración. En todas ellas, nuestros deseos se centran en nosotros mismos: no existe auténtico interés por el mundo exterior, solo la preocupación de que pueda hacernos daño o deje de alimentar nuestro ego. El miedo es la principal razón de que la gente se resista a admitir los hechos y esté tan dispuesta a envolverse en un cálido abrigo de mitos.
Toda infelicidad se basa en algún tipo de desintegración o falta de integración; hay desintegración en el YO cuando falla la coordinación entre la mente consciente y la subconsciente; hay falta de integración entre el YO y la sociedad cuando los dos no están unidos por la fuerza de intereses y afectos objetivos. El hombre feliz es el que no sufre ninguno de estos dos fallos de unidad, aquél cuya personalidad no está escindida contra sí misma ni enfrentada al mundo. Un hombre así se siente ciudadano del mundo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda, sin miedo a la idea de la muerte porque en realidad no se siente separado de los que vendrán detrás de él. En esta unión profunda e instintiva con la corriente de la vida es donde se encuentra la mayor dicha.>>
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Entonces borramos aquella frase: “toda felicidad que no provenga del alcohol, es ficticia!”? Qué decepción! Qué diría Baco de ti...?