¿Dónde nace el miedo?
Entiende cómo funciona tu mente para que puedas controlar tus temores, ansiedad y estrés.
Photo by David Matos
“El cerebro es un experto buscador de amenazas.”
¡Hola a todos, bienvenidos!
Muchas gracias por estar aquí. Siempre el compartir con ustedes me pone de buenas, cada día que pasa sigue creciendo la comunidad de happylife y eso es algo que como platicaremos el día de hoy, me libera demasiada oxitocina.
Cada vez que leo un comentario de ustedes o alguno me dice que lo que leyó le ha servido, es verdaderamente una dosis extra de vida para mi.
Hoy hablaremos de uno de los temas que más me apasionan, ¿Cómo funciona nuestro cerebro y nuestra mente?
Pero primero, les quiero compartir otra buena noticia que tengo. Desde el inició, este boletín fue concebido como una semilla que esperaba que diera muchos frutos y ya los está dando. Primero con la versión podcast y ahora los happytalks.
Los happytalks son charlas de manera presencial o virtual que he empezado a dar a grupos de personas donde les comparto material de happylife.
En poco menos de 30 minutos se crea una conexión directa, donde los participantes además de aprender acciones probadas para poner en práctica en su vida, reciben algún ejercicio de tarea y tienen un canal de comunicación abierto conmigo para seguir profundizando.
De igual manera todos ustedes lectores y escuchas lo tienen, solo basta que lo pidan.
Les hago la invitación a todos lo que estamos formando esta comunidad, a convertirse en embajadores de happylife con su familia, amigos y personas a quienes estas herramientas les puedan servir a mejorar su vida y a ser más felices.
Y ya para entrar en materia, me vino a la mente un recuerdo de hace algunos años.
Yo vivía en Guadalajara y entre otras cosas cursaba el diplomado en narrativa en la Escuela de Escritores SOGEM que dirige la maestra Martha Cerda. Allí conocí los cuentos macabros de Edgar Allan Poe, en la clase de cuento fantástico.
Aquí un fragmento del cuento “El hundimiento de la casa Usher”.
“El sueño no quería acercarse a mi lecho, mientras pasaban y pasaban las horas. Intenté buscar un motivo al nerviosismo que me dominaba. Me esforcé por persuadirme de que lo que sentía era debido, en parte al menos, a la influencia trastornadora del mobiliario opresor de la habitación, a los sombríos tapices desgarrados que, atormentados por las ráfagas de una tormenta que se iniciaba, vacilaban de un lado a otro sobre los muros y crujían penosamente en torno a los adornos del lecho. Pero mis esfuerzos fueron inútiles. Un irreprimible temblor invadió poco a poco mi ánimo, y a la larga una verdadera pesadilla vino a apoderarse por completo de mi corazón.”
E.A. Poe
No sé si les habrá pasado, estar alguna vez solos en su casa, en el silencio de la noche, en penumbras y de pronto escuchar un ruido extraño e iniciar con ese proceso que a veces se queda solo en un pequeño sobresalto, pero que otras veces, si dejamos que la mente haga de las suyas, nos deja con los pelos de punta.
En la evolución, el temor tiene una importancia especial: es fundamental para la supervivencia.
Para entender cómo funciona el circuito nervioso del temor, hay que conocer primero cómo se desarrolló nuestro cerebro.
La casa de Alejo del Cueto
Cuando mis papás se casaron compraron una casita en la calle de Alejo del Cueto.
El primero en nacer fui yo, dos años después nació mi hermano Juan Pablo y tres años más tarde nació mi hermana María Isabel.
En la casa de Alejo como la llamamos en mi familia, había además de la cocina y el área social, tres recamaras, un baño y un jardín trasero. Cuando yo tenía 10 años, mi mamá esperaba a mi hermano José Francisco y mi papá construyó la parte de atrás. El jardín se convirtió en otra recámara, otro baño, un distribuidor y un pequeño patio con salida independiente. Dos años después nació mi hermana Lupita, mi papá entonces construyó el cuarto de arriba que tenía además un pequeño estudio. Cuando tenía yo 13 años, nació mi hermano Rubén Ignacio pero ya no hubo más construcción.
La casa de Alejo era una especie de laberinto, tenía pasillos, escalera, se podía entrar por la cocina, por el patio, por la parte de atrás, por la puerta principal y cuando por alguna razón no tenías llave te podrías brincar por la parte de adelante o escalar por un árbol de moras que daba al costado de la casa.
Podemos explicar imaginando que el cerebro humano, fue evolucionando como la casa de Alejo del Cueto, a la que se le fueron añadiendo habitaciones y en la que hay escaleras y pasillos.
Vamos a dividir de igual manera el cerebro en tres partes, una que siempre estuvo allí como la casita que compraron mis papás al casarse y las dos partes nuevas: la de atrás y el cuarto de arriba.
La parte original de la casa representa la parte más antigua del cerebro llamada tallo o tronco encefálico. Es algo que compartimos con los reptiles y otros mamíferos. Es lo que nos mantiene vivos. Gobierna funciones vitales como el ritmo cardíaco, la respiración, la digestión y la presión sanguínea. Que ocurren sin que tengamos que pensar en ellas. Algunas personas llaman a esta parte del cerebro: el sistema reptiliano.
La parte de atrás de la casa, que mi papá construyó años después, representa lo que el cerebro tardo por efecto de la evolución en desarrollar miles de años. Se llama sistema límbico y es muy importante a la hora de procesar las emociones.
Dentro del sistema límbico se encuentra la amígdala cerebral, imagínense que son dos pepitas que tienen forma de almendra, una a cada lado del cerebro.
Esa pequeña amígdala es el centro de mando del cerebro para las reacciones emocionales.
Entre las más simples y poderosas REACCIONES EMOCIONALES se encuentra el MIEDO, una emoción primitiva que todos compartimos.
Cuando nos enfrentamos al miedo, es la amígdala la que responde a la información que envían los sentidos, y de forma instintiva aprieta el botón del pánico. La amígdala es una de las zonas del cerebro con más interconexiones. Envía señales a zonas del tallo o tronco encefálico que generan respuesta del cuerpo: empiezas a sudar, el corazón se acelera, puede que te quedes paralizado o puede que salgas huyendo. Los científicos han descubierto, que ha medida que los humanos evolucionaban, otra parte del cerebro llamada corteza cerebral empezó a participar en el proceso del miedo.
Si volvemos a pensar en la casa de Alejo, la corteza cerebral sería el cuarto de arriba y esta ES LA PARTE DEL CEREBRO QUE MÁS HUMANOS NOS HACE.
Es una capa exterior delgada y rugosa del cerebro que se divide en cuatro grupos llamados lóbulos: prefrontal, parietal, temporal y occipital.
Los lóbulos prefrontales: corresponden a la zona que está justo encima de nuestros ojos y es la parte más nueva del cerebro (el pequeño estudio que está en la casa de Alejo en la parte de arriba). A los lóbulos también se les conoce como corteza, cuando escuchen la palabra corteza prefrontal o córtex prefrontal se refieren a lo mismo.
A medida que los humanos evolucionamos, los lóbulos prefrontales se convirtieron en el lugar donde se procesan los pensamientos racionales conscientes. Es donde resolvemos nuestros problemas. Son el conductor del cerebro, sincronizando toda la actividad.
Toda la información que recaban nuestros sentidos circula hasta la amígdala al doble de velocidad que hacia los lóbulos prefrontales. La diferencia de velocidad entre las señales cerebrales supone que a menos que sepamos reaccionar por instinto a una amenaza potencial, nos quedaremos paralizados por el miedo, mientras esperamos que los lóbulos frontales den con la respuesta adecuada. Son responsables del racionamiento y de la planificación. Estos lóbulos controlan varias funciones como la resolución de problemas, el pensamiento creativo, el juicio, el intelecto, la atención, el comportamiento, las reacciones físicas, el pensamiento abstracto, los movimientos coordinados, los músculos coordinados y la personalidad.
EL PROCESO DEL CIRCUITO NERVIOSO DEL MIEDO, ES EL MISMO QUE EL DE LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS.
Es importante saber que todas las emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la vida que la evolución nos ha inculcado. Lo dice la etimología de la palabra misma, moverse.
De acuerdo con la doctora Sonia Lupien, reconocida neurocientífica canadiense. Hay cuatro características de una situación que pueden provocar estrés, estas se pueden dar de manera separada o combinarse:
Cuando existe novedad.
Cuando algo es impredecible.
Cuando existe una sensación de descontrol.
Ante una amenaza para nuestra personalidad (por ejemplo cuando alguien nos cuestiona sobre nuestra capacidad para realizar algo).
En condiciones de no estrés, el cerebro se comunica con el resto del cuerpo usando señales eléctricas diminutas. Los impulsos que las células del cerebro mandan a otras del cuerpo viajan a centésimos de segundo. Es una de las formas que el cerebro tiene de decirle al cuerpo que haga algo. Pero bajo alerta, el cerebro libera hormonas químicas. La amígdala envía un torrente de hormonas químicas de adrenalina y cortisol al torrente sanguíneo, llamadas hormonas del estrés.
Estas hormonas actúan como un comando especial, preparando la mente y el cuerpo para la acción: aumentan el ritmo cardíaco, la respiración y la presión sanguínea. Los sentidos se agudizan, la memoria está más despierta y el cuerpo se vuelve menos sensible al dolor.
PENSAMOS QUE EL ESTRÉS ES UN TEMA SOLAMENTE DE ADULTOS PERO NO. LOS NIÑOS TAMBIÉN SE ESTRESAN, INCLUSO SON MÁS VULNERABLES.
Entendamos que el estrés es necesario, si no existiera estaríamos muertos. Incluso sabemos que la felicidad se consigue como los hemos platicado en otros happylife logrando pequeños retos, es importante ir generando resistencia al estrés, pero debemos saber cuándo frenar.
Sin embargo nuestro cerebro sigue actuando antes situaciones de estrés como lo hacía hace veinte mil años.
Ya no vivimos al despoblado donde estamos en peligro de que nos ataque un felino salvaje, sin embargo, una simple llamada de teléfono de nuestro trabajo nos puede hace reaccionar de la misma manera.
La amígdala suena la alarma, tenemos que decidir entre huir o luchar. La parte racional del cerebro trata de convencerte de que no pasa nada pero la parte más irracional ya se prepara para la pelea: dilata las pupilas para ver bien el peligro venir, el cerebro lleva sangre a las extremidades y a los músculos que se tensan para la pelea, aumenta la presión sanguínea y le dice al estómago y a los riñones que dejen de trabajar. Se contraen los capilares de la piel que quieren minimizar la pérdida de sangre en caso de herida, te pones pálido y aumenta temperatura, sudas, aumentan las palpitaciones, y así una y otra vez todos los días.
Antes, nuestros antepasados en situaciones reales de peligro corrían o luchaba pero luego ¿Qué creen que pasaba? Pues que si sobrevivían DESCANSABAN, todo el sistema se podía restablecer con el descanso.
En nuestros días para la mayoría de las personas y ya lo decíamos incluso para los niños; el estrés es continuo, no hay momento de reparación.
Las amenazas también evolucionaron.
Para nosotros la información actúa como amenaza, los horarios, las normas, los códigos. Todo esto genera reacciones desproporcionadas.
Eso pasa en nuestro día a día, queremos que nada se salga de control: cumplir horarios, terminar pendientes, respetar normas. Si algo nuevo o inesperado surge o un juicio a nuestra personalidad se nos presenta, el circuito del estrés se activa.
¿Cómo combatir el estrés y controlar el miedo?
El mejor método para combatir el estrés: es conocerlo bien.
Podemos identificar algunos síntomas de cuando el estrés se puede convertir en crónico. Repito también aplica a edades tempranas como en los niños.
La primera fase se nota en los cambios en la digestión, pueden aparecer dolores abdominales, acidez, etc.
En una segunda fase, el cerebro pide recompensas por el estrés generado para calmase. Puede ser alcohol, cigarro, o comida. Cada quien puede identificar cuando está teniendo estas respuestas ansiosas de escape.
Por último la tercera fase es cuando: te enfermas, hay cambios en la personalidad, irritabilidad y pérdida de memoria. Puede aparecer lo que se conoce como burn out (quemarse) y finalmente LA DEPRESIÓN.
Todos hemos escuchado que el estrés baja las defensas, la razón es que el cortisol se adhiere a las membranas de los linfocitos (conocidos como glóbulos blancos) que son nuestras defensas y les inhibe su correcto funcionamiento.
Respecto a la memoria, se produce una curva. Poco estrés aumenta la memoria pero cuando es excesivo disminuye totalmente la memoria.
El cortisol tiene su antídoto: “La oxitocina”
La oxitocina es la criptonita para el estrés, algunos la llaman la hormona del amor.
Es una hormona que generamos en situaciones placenteras y que provoca mayor confianza, mejora las relaciones y disminuye el estrés.
La podemos obtener de diversas maneras: con un masaje relajante, conversando con otras personas, con el sexo, haciendo ejercicio, ayudando a los demás y con la risa. Que, dicho sea de paso, reír se contagia con facilidad. Estudios han comprobado que una ver comedia por una hora puede disminuir drásticamente los niveles de estrés.
EN CUANTO AL MIEDO, se han identificado una serie de técnicas que dan como resultado su control, incluso en situaciones extremas:
Fijación de objetivos
Ensayo mental o visualización
Auto discurso
Control de la excitación.
Fijar objetivos ayuda a la corteza prefrontal a tomar control sobre la amígdala.
Visualizar consiste en recrear una actividad en la mente para que cuando suceda de forma real te resulte sin novedad.
Las personas tenemos diálogos internos de un promedio de 600 palabras por minuto. Pensar en positivo durante esos auto-discursos puede ayudar a anular la señal de miedo procedente de la amígdala.
El control de la excitación se basa en la respiración. Respirar despacio y de forma consciente ayuda a combatir a algunos de los efectos del pánico. Oxigenar y enfocar ayudan a tomar control.
Todas estas técnicas han sido prueba de que se puede entrenar el cerebro así como entrenamos los músculos de nuestro cuerpo.
¡HASTA AQUÍ LLEGAMOS EL DÍA DE HOY, LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA EN UNA ENTREGA MÁS DE HAPPYLIFE!
Como es costumbre les dejo un video para ponerse de buenas. En esta ocasión una canción que me recomendó mi buen amigo Carlos Niembro (a.k.a. Rimbros) y que recoge el espíritu de happylife.
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Y recuerden: “happylife es… no digan frío aunque los cobije el hielo” (actitud positiva, para los que les falta barrio).