20 consejos de Marco Aurelio para ser feliz.
La sabiduría estoica como hipótesis de la felicidad.
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Photo by Anna Gru
“[Hamlet] Denmark’s a prison.
[Rosencrantz] Then I guess the whole world is one.
[Hamlet] Yes, quite a large one, with many cells and dungeons, Denmark being one of the worst.
[Rosencrantz] We don’t think so, my lord.
[Hamlet] Well, then it isn’t one to you, since nothing is really good or bad in itself—it’s all what a person thinks about it. And to me, Denmark is a prison.”
The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark.
William Shakespeare
¡Hola a todos, bienvenidos!
Gracias por estar aquí y muy feliz inicio de semana.
¿Quién de ustedes se acuerda de la pelicula “Gladiador”?
Sin duda es una de mis películas favoritas. En especial por su banda sonora compuesta por Hans Zimmer.
Para mí, el buen cine empieza por el soundtrack. Si una peli tiene buena música, en mi opinión, ya está del otro lado.
Otro día les hablaré de mis compositores favoritos de bandas sonoras: Morricone-Tiersen-Einaudi-Glass-Zimmer-Elfman-Korzeniowski-Belleli-Djawadi-Doyle.
Volviendo al tema, los que recuerden Gladiador sin duda tendrán presente al héroe; Máximo Décimo Meridio, interpretado por Russell Crowe y al gran villano; Cómodo, magistralmente interpretado por el ahora ganador del oscar, Joaquin Phoenix. Pero el verdadero héroe de la historia y del que poco se habló en la película es quien fue el padre de Cómodo, el emperador: Marcus Aurelius Antoninus.
Marco Aurelio, además de haber sido uno de los grandes emperadores de Roma, también fue uno de los principales filósofos de la Stoa (como Zenón, Séneca y Epicteto).
Hoy en día nos preguntamos: ¿De dónde viene o cómo conseguir la felicidad? Jonathan Haidt, psicólogo social de la Universidad de Virginia y hoy profesor en NYU Stern School of Business, nos dice que: “hay varias hipótesis de la felicidad, diferentes”.
Una hipótesis es que se trata de conseguir lo que uno quiere, pero todos sabemos por experiencia que esta felicidad es efímera.
Otra hipótesis más prometedora es que la felicidad proviene del interior y que ésta no se puede obtener moldeando el mundo según nuestros deseos. En esta segunda hipótesis encaja la filosofía estoica de la antigua Grecia y Roma. También coinciden otros movimientos filosóficos como el taoísmo y el budismo. Todas estas ideas siguen siendo tan VIGENTES HOY como hace siglos.
Por último, Haidt propone una tercera hipótesis, encaminada al equilibrio entre lo interno y lo externo, fundamentada en la psicología positiva.
Sin embargo, hoy nos centraremos en las ideas estoicas tomadas de los conceptos que Marco Aurelio nos heredó a través de su libro “Meditaciones”, una obra que él escribió para sí mismo, para recordar los principios de la filosofía que él adoptó y que guiaron su vida.
La base del pensamiento estoico es el determinismo. Para Marco Aurelio, como para el resto de los estoicos, podemos decir que el ser humano no es libre y la vida da cada uno de nosotros está determinada por su destino.
NO IMPORTA LO QUE HAGAMOS, TODO ESTÁ DE ANTEMANO YA ESCRITO Y ES PARA BIEN.
Es decir, lo único que nos toca es respetar nuestro destino, y si la naturaleza nos ha puesto en cualquier situación es porque así tenía que ser.
En su vida los estoicos practicaban la ataraxia, un estado de ánimo de tranquilidad que se caracteriza por la total ausencia de deseos o de temores. Esta imperturbabilidad del ánimo los hacía vivir SOLO POR Y PARA LA RAZÓN.
Para los estoicos el PRESENTE lo es todo, ya que el pasado y el futuro NO EXISTEN.
Si el pasado ya no es y el futuro no ha llegado, ¿qué sentido tiene gastar energía pensando en ellos?
Mantienen también una indiferencia ante la muerte. Si la vida y la muerte escapan de nuestro control, ¿por qué preocuparnos entonces?
Para los estoicos lo único de lo que somos dueños es de nuestra mente, dominarla y por lo tanto dominar nuestras acciones para vivir racionalmente debe ser el objetivo del ser humano.
Es en tu interior el lugar donde están todas las respuestas y la paz que anhelas.
Olvida lo externo, no es importante. Lo externo no lo puedes controlar, no depende de tu voluntad. Lo único que importa es aquello que nadie te puede quitar: tu mente.
A continuación 20 consejos que Marco Aurelio nos da para llevar una buena vida:
El tiempo de la vida humana, un punto. Sobre todo, aguarda la muerte con pensamiento favorable, pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza.
Cultivar el dominio de sí mismo y no dejarse arrastrar por nada; el buen ánimo en todas las circunstancias y especialmente en las enfermedades.
El no vanagloriarse con los honores aparentes; el amor al trabajo y la perseverancia; el estar dispuesto a escuchar a los que podían hacer una contribución útil a la comunidad.
A todas horas, preocúpate resueltamente, de hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida.
Porque sólo se nos puede privar del presente, puesto que éste sólo posees, y lo que uno no posee, no lo puede perder. Y además recuerda que cada uno vive exclusivamente el presente, el instante fugaz. Lo restante, o se ha vivido o es incierto; insignificante es, por tanto, la vida de cada uno, e insignificante también el rinconcillo de la tierra donde vive.
Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te apetezca, retirarte en ti mismo. En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma.
«No pueden admirar tu perspicacia.» Está bien. Pero existen otras muchas cualidades sobre las que no puedes decir: «No tengo dotes naturales.» Procúrate, pues, aquellas que están enteramente en tus manos: la integridad, la gravedad, la resistencia al esfuerzo, el desprecio a los placeres, la resignación ante el destino, la necesidad de pocas cosas, la benevolencia, la libertad, la sencillez, la austeridad, la magnanimidad. ¿No te das cuenta de cuántas cualidades puedes procurarte ya, respecto a las cuales ningún pretexto tienes de incapacidad natural ni de insuficiente aptitud?
A nadie sucede nada que no pueda por su naturaleza soportar.
Al igual que se tiene un concepto de las carnes y pescados y comestibles semejantes, sabiendo que eso es un cadáver de pez, aquello cadáver de un pájaro o de un cerdo; y también que el Falerno es zumo de uva, y la toga pretexta lana de oveja teñida con sangre de marisco; y respecto a la relación sexual, que es una fricción del intestino y eyaculación de un moquillo acompañada de cierta convulsión. ¡Como, en efecto, estos conceptos alcanzan sus objetos y penetran en su interior, de modo que se puede ver lo que son! De igual modo es preciso actuar a lo largo de la vida entera, y cuando las cosas te dan la impresión de ser dignas de crédito en exceso, desnúdalas y observa su nulo valor, y despójalas de la ficción, por la cual se vanaglorian. Pues el orgullo es un terrible embaucador de la razón.
Lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja.
¿Se teme el cambio? ¿Y qué puede producirse sin cambio? ¿Existe algo más querido y familiar a la naturaleza del conjunto universal? ¿Podrías tú mismo lavarte con agua caliente, si la leña no se transformara? ¿Podrías nutrirte, si no se transformaran los alimentos? Y otra cosa cualquiera entre las útiles, ¿podría cumplirse sin transformación? ¿No te das cuenta, pues, de que tu propia transformación es algo similar e igualmente necesaria a la naturaleza del conjunto universal?
No imagines las cosas ausentes como ya presentes; antes bien, selecciona entre las presentes las más favorables, y, a la vista de esto, recuerda cómo las buscarías, si no estuvieran presentes. Pero al mismo tiempo ten precaución, no vaya a ser que, por complacerte hasta tal punto en su disfrute, te habitúes a sobrestimarlas, de manera que, si alguna vez no estuvieran presentes, pudieras sentirte inquieto.
No hay que irritarse con las cosas, pues a ellas nada les importa.
Cava en tu interior. Dentro se halla la fuente del bien, y es una fuente capaz de brotar continuamente, si no dejas de excavar.
El arte de vivir se asemeja más a la lucha que a la danza en lo que se refiere a estar firmemente dispuesto a hacer frente a los accidentes incluso imprevistos.
Pasa la vida sin violencias en medio del mayor júbilo, aunque todos clamen contra ti las maldiciones que quieran, aunque las fieras despedacen los pobres miembros de esta masa pastosa que te circunda y sustenta. Porque, ¿qué impide que, en medio de todo eso, tu inteligencia se conserve en calma, tenga un juicio verdadero de lo que acontece en torno tuyo y esté dispuesta a hacer uso de lo que está a su alcance?
No te digas a ti mismo otra cosa que lo que te anuncian las primeras impresiones. Se te ha anunciado que un tal habla mal de ti. Esto se te ha anunciado. Pero no se te ha anunciado que has sufrido daño. Veo que mi hijito está enfermo. Lo veo. Pero que esté en peligro, no lo veo. Así pues, manténte siempre en las primeras impresiones, y nada añadas a tu interior y nada te sucederá.
Es preciso que el ojo sano vea todo lo visible y no diga: «quiero que eso sea verde». Porque esto es propio de un hombre aquejado de oftalmía. Y el oído y el olfato sanos deben estar dispuestos a percibir todo sonido y todo olor. Y el estómago sano debe comportarse igual respecto a todos los alimentos, como la muela con respecto a todas las cosas que le han sido dispuestas para moler. Por consiguiente, también la inteligencia sana debe estar dispuesta a afrontar todo lo que le sobrevenga.
La perfección moral consiste en esto: en pasar cada día como si fuera el último, sin convulsiones, sin entorpecimientos, sin hipocresías.
Si no conviene, no lo hagas; si no es cierto, no lo digas; provenga de ti este impulso.
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